Desde hace ya más de un año tenemos en Madrid lo que se ha venido en llamar un “Ayuntamiento del cambio” y todos nos estábamos preguntando qué cambio sería ese. Si es por la cabeza visible, una ex-jueza de Vigilancia Penitenciaria (Decana y Vocal del CGPJ) no parece lo más “cambiante” del mundo. No es que dudemos de esta entrañable señora: sólo es que no nos fiamos. Si de lo que se trataba es de hacer cosas distintas, vaya, algo sí se ha cambiado por lo que se comenta. No es que el Ayuntamiento se haya trasladado a un edificio menos costoso que el edificio de Correos (se ve que desde que se fue Gallardón ya no se tiene que pagar el alquiler), o que no se haya recuperado el servicio de gestión de basuras, o que los trabajos para cumplir con la Ley de Memoria Histórica parece que se van a olvidar de un tal Millan Astray, como ya se olvidaron del “Alferez Provisional” (eso sí, el “Carnicerito de Málaga” ya no le pone nombre al Parque Aluche). Todo eso un ayuntamiento del “no cambio” podría haberlo hecho perfectamente y echándole más morro, si hiciera falta. Pero lo que ha conseguido nuestro querido ayuntamiento del cambio es algo a lo que, de verdad, ningún ayuntamiento “del Sistema” se hubiese atrevido ni en los sueños más húmedos de cualquier otro alcalde tipo (esos que incluyen al principal partido de la oposición dándote el poder absoluto incondicionalmente, por ejemplo): controlar e institucionalizar las casas okupas de la Villa de Madrid. Ahí es nada: esta gente que dice que vienen de los movimientos sociales, que enarbolan la bandera del 15M cuando no llegan a un acuerdo con algún especulador asiático, que publican hermosísimos artículos acerca de la importancia de los centros sociales y su labor en los barrios, cuando llega el momento mandan cartitas a estos mismos centros sociales de donde afirman proceder para que o se institucionalicen o asuman el desalojo, que al ser realizado por un ayuntamiento guay imagino que incluirá banda de música, fanfarrias y majorets, en vez de los cuerpos antidisturbios habituales en estos trances (por cierto, antidisturbios que cierta ex-jueza, metida a abuelita de los madrileños, prometió disolver de la policía municipal…casualidades).
Estas cartitas se han recibido, que sepamos, en prácticamente todas las Okupas de Madrid (excluimos de la lista al Hogar Social Ramiro de Ledesma porque no lo consideramos una okupa como tal y porque suponemos que para el estado no resultarán problemáticas sus “cívicas actividades”). Algunas casas han decidido que vaya, ya que estamos no está mal ser una asociación dependiente del la concejalía de cultura o de seguridad…aunque advertimos que esos cargos ya están «okupados» y es bastante improbable que las subvenciones sean muy jugosas…eso sí, el ayuntamiento ya va indicando donde se pueden meter los centros sociales su autonomía y su autogestión. Una pista: es un lugar muy oscuro.
Para el resto, la disidencia, la morralla, los que no lo han entendido bien…tendrán un poco de política tradicional a cargo de las fuerzas del orden público. Que a algunos se han creído las consignas y se olvidan de quienes son los de arriba y quienes los de abajo…y claro, eso no puede ser. Las cosas tienen que estar bien controladas por los que saben, que para eso les votaron democráticamente.
Nada más, agradecidos y emocionados, es un decir, despedimos este bando deseando suerte a las disidentes, a la morralla, a los que siguen creyendo en la autonomía, la asamblea y la autogestión y seguirán trabajando y luchando en sus locales (los que el ayuntamiento quiere apropiarse). Y, por supuesto, dando todo nuestro apoyo, que en las calles también nos encontraremos.
Salud, vida y alegría para todas vosotras.
Y para el ayuntamiento…para esos nada, que ya lo tienen todo..